El engaño, un comportamiento social bastante complejo, exige un análisis riguroso que abarque desde su definición conceptual hasta sus implicaciones legales, éticas y metodológicas. A pesar de su complejidad, la definición y caracterización del engaño en la literatura científica son limitadas. Ninguna definición existente ofrece una perspectiva suficientemente amplia para comprenderlo en su totalidad u orientar las metodologías de detección.
A continuación, se presentan y discuten algunas definiciones y características relevantes:
- DePaulo et al. (2003) definen el engaño como una «conducta social deliberada de hacer creer a otros que lo expresado es cierto». Esta definición resalta dos aspectos fundamentales: la intencionalidad y la conducta. Desde el conductismo, la conducta engañosa puede entenderse como una respuesta fisiológica condicionada (condicionamiento clásico) y como un acto deliberado para persuadir al receptor (condicionamiento operante, Domjan, 2010). Sin embargo, definir el engaño como una conducta complejiza su estudio, ya que esta puede manifestarse a través de elementos observables (lenguaje, expresiones faciales, etc.) y no observables (procesos cognitivos).
- Csaba (2013) define el engaño como un comportamiento que implica transformar, negar o disimular información. Esta definición presenta tres formas de engaño:
- Transformar: Modificar la información, ya sea parcial o totalmente, para engañar. Se observa tanto en animales (camuflaje) como en humanos (mentir sobre un evento).
- Negar: Reportar activamente desconocimiento sobre la información solicitada, aunque se conozca.
- Disimular: Evitar abordar el tema que se quiere ocultar, sin negar explícitamente el conocimiento.
- Una cuarta forma, frecuente en el ámbito jurídico: la simulación (American Psychiatric Association, 2013). Esta implica fingir síntomas o enfermedades para obtener un beneficio. El engaño no se limita a estas cuatro formas de conducta. Como señalan Cameron et al. (2015), es una «ilusión recibida a través de información visual, gestual, auditiva, entre otras», que busca confundir y manipular al receptor. Esta definición resalta la importancia de los estudios que analizan los aspectos visuales, auditivos y gestuales del engaño.
- El engaño no se limita a estos canales sensoriales. El gusto, por ejemplo, también puede ser objeto de engaño, como en el caso de envenenamientos con sustancias insípidas o enmascaradas. Aunque socialmente se percibe como negativo e inaceptable, desde una perspectiva evolutiva, el engaño es un comportamiento adaptativo presente en diversas especies.
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