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Sobre el Artículo
Resumen: A nivel planetario, especialmente durante los últimos dos años, la vida cotidiana de los seres humanos ha experimentado con mayor énfasis la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) donde el trabajo científico y, por lo tanto, investigativo, no se encuentra exento. No obstante, los debates sobre el futuro de la IA se han concentrado en gran medida en el campo educativo y el aprendizaje digital, pero menos sobre los efectos en la investigación y en las percepciones de los/as investigadores/as.
Descargar Artículo en PDFLa creciente integración de la inteligencia artificial en la vida cotidiana está provocando un cambio de paradigma en muchos ámbitos, y la investigación no es la excepción. Al abordar las herramientas tecnológicas disponibles, los investigadores están viendo cómo la IA puede facilitar procesos, pero también plantear desafíos únicos, sobre todo en el campo cualitativo. En este contexto, se hace fundamental comprender no solo las aplicaciones más prácticas, sino también los impactos cognitivos y metodológicos que estas tecnologías están generando.
Por ejemplo, en la investigación cualitativa, donde la interpretación y la subjetividad del investigador son pilares fundamentales, la IA plantea preguntas profundas sobre el papel de la tecnología en la mediación de la experiencia humana y los procesos de análisis. ¿Hasta qué punto es posible automatizar ciertas fases del trabajo investigativo sin comprometer la profundidad interpretativa? Este es un debate en crecimiento y de gran importancia para las ciencias sociales y humanas.
Además, el uso de IA en este ámbito plantea nuevas oportunidades y riesgos. Si bien algunas herramientas permiten una mayor eficiencia y acceso a datos, también se cuestiona si la dependencia en estas tecnologías podría limitar la capacidad crítica y reflexiva de los investigadores. Esta tensión entre progreso tecnológico y tradición metodológica es uno de los grandes temas de debate en la actualidad.