La Psicología Social Comunitaria (PSC) se distingue por estudiar y comprender el comportamiento humano desde una perspectiva colectiva. En otras palabras, analiza cómo las personas interactúan y se ven influenciadas por su entorno social, incluyendo la comunidad en su conjunto. Este enfoque tiene como objetivo final intervenir en la sociedad para mejorar el bienestar de sus miembros (Montero, 1984). Uno de los grupos sociales que ha recibido especial atención por parte de la PSC es el de las personas mayores (Ducey-Ruiz, 2010).
En las últimas décadas, se ha dedicado un gran esfuerzo a promover el envejecimiento satisfactorio en este colectivo. Este interés se debe al aumento de la esperanza de vida y a las necesidades urgentes que este fenómeno conlleva. En los países desarrollados, el incremento en la esperanza de vida ha dado lugar a un envejecimiento demográfico, resultado de dos procesos convergentes: la disminución de la natalidad y el descenso de la mortalidad en la población adulta mayor (Breyer et al., 2010). Esta reducción sostenida de la tasa de mortalidad ha permitido que aumente significativamente la proporción de personas mayores en la sociedad, dando lugar a un nuevo panorama social (Christensen et al., 2009).
Sin embargo, cada cultura posee su propia interpretación del envejecimiento, lo que ha dado lugar a la aparición de estereotipos negativos asociados a la tercera edad (Dionigi, 2015). Es importante reconocer que el envejecimiento es un proceso gradual, permanente y altamente variable. Se caracteriza por un deterioro generalizado, progresivo y acumulativo de las funciones fisiológicas, físicas y cognitivas. La severidad de este deterioro está influenciada tanto por factores individuales (intrínsecos) como ambientales (extrínsecos) que interactúan a lo largo de la vida de cada individuo (Barnes, 2015; Cartee et al., 2016; Distefano & Goodpaster, 2017; Heikkinen, 1998; Kirkwood, 2017; Milanović et al., 2013; Onoda et al., 2012; Raz et al., 2005; Veronese et al., 2016). Una de las posibles consecuencias del envejecimiento es el aumento del grado de disfuncionalidad (Chen et al., 2015).
Por lo tanto, el seguimiento integral de las tasas de deterioro podría ser una herramienta útil para identificar los factores que contribuyen a un mayor o menor riesgo del mismo. De esta manera, se podrían implementar con mayor eficacia estrategias específicas para fomentar un proceso satisfactorio de envejecimiento (Tomás et al., 2018).
En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó el concepto de envejecimiento saludable, definiéndolo como «el proceso dirigido a desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez» (OMS, 2015). Esta capacidad funcional está determinada por la interacción entre dos elementos fundamentales: la capacidad intrínseca y el entorno. La primera se refiere a la combinación de todas las capacidades físicas y cognitivas del individuo, mientras que el segundo engloba todos los factores del mundo exterior que conforman su contexto vital.
Fuente: Borrego Ruiz, A., & Bustillos López, A. (2024). Intervención social dirigida al envejecimiento saludable: revisión de estudios recientes. Análisis y Modificación de Conducta, 50(182), 21-38. https://doi.org/10.33776/amc.v50i182.8099
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