Representaciones sociales sobre relación de pareja en hombres agresores



Troncoso Gallardo, E. M. M., Alarcón Muñoz, A. M., & Cortés Pastén, P. (2023). Representaciones sociales sobre relación de pareja en hombres agresores y no agresores. Revista De Psicología32(1). https://doi.org/10.5354/0719-0581.2023.63825 

Las representaciones sociales, según Quintero Torres (2021), constituyen un elemento fundamental para comprender la manera en que los individuos piensan, establecen y se apropian de su vida en determinados contextos sociales. Estas representaciones, que no son un simple reflejo de la realidad, sino construcciones significantes producto de la interacción social, permiten a los individuos otorgar sentido a sus conductas, entender la realidad mediante su propio sistema de referencias y, en última instancia, definir un lugar para sí mismos en el mundo social.

En esencia, las representaciones sociales son el significado que una persona o grupo le otorga a un objeto social. Esta realidad, reconstruida en el sistema cognitivo e integrada en el sistema de valores del individuo o grupo, se convierte en una «realidad situada», apropiada y reestructurada, que a su vez genera una nueva realidad en sí misma.

Lejos de ser productos mentales aislados, las representaciones sociales se construyen y recrean en el curso de las interacciones sociales, tal como lo señalan Maldonado, González y Cajigal (2019). Jodelet (2008) agrega que estas representaciones integran las características del objeto, las experiencias previas del sujeto y su sistema de normas y actitudes. De esta manera, la representación social se convierte en una visión funcional del mundo que permite al individuo o grupo adaptarse y definir un lugar para sí mismo en el contexto social.

Sin embargo, es importante destacar que las representaciones sociales no son estáticas, sino que se encuentran en constante transformación, influenciadas por diversos factores. Lynch (2020) señala que la naturaleza del objeto, las obligaciones de la situación, el contexto inmediato, así como factores sociales e ideológicos, juegan un papel crucial en la configuración de las representaciones sociales.

Dimensiones de las representaciones sociales según Jodelet (2008)

  • Información: El conocimiento que un grupo tiene sobre un fenómeno social.
  • Representación: La organización jerarquizada del contenido, con un núcleo figurativo central.
  • Actitud: La orientación favorable o desfavorable hacia el objeto de la representación.

Las relaciones de género y de pareja como representaciones sociales

Las relaciones de género como construcciones sociales

  • Influencia de la cultura y la sociedad en la definición de roles de género.
  • Género hegemónico y masculinidades alternativas.

Las relaciones de pareja como construcciones sociales

  • El amor romántico y su crítica desde el feminismo.
  • El amor líquido y la fragilidad de los vínculos en la actualidad.

El mundo actual presenta un panorama complejo donde coexisten diversas etapas de desarrollo social: premodernidad, modernidad y posmodernidad. Esta confluencia da origen a una multiplicidad de perspectivas sobre las relaciones sociales y de pareja. Según Esquivel (2019), los conflictos en las parejas son comunes debido a la tendencia de cada miembro a intentar cambiar al otro, lo que genera frustración e imposibilidad de avance, ya sea a través de la confrontación directa o de dinámicas de dominación-sumisión.

Respecto a las representaciones sociales expresadas por los grupos de estudio, se puede observar la existencia de distintos modelos de relación de pareja de acuerdo con masculinidades que se encuentran involucradas en relaciones violentas y no violentas. Se identificaron masculinidades modernas y otras tradicionales, y se observó que la relación  de  pareja  está  viviendo  modificaciones fundamentales en su estructura, acciones y fines para mantener unido a un grupo clave denominado “familia”. Esto concuerda con la idea de Ranea (2021) respecto de las características de las masculinidades hegemónicas y no hegemónicas, dándose  una  crisis  de  la  masculinidad  hegemónica frente a la aparición de nuevas masculinidades, como es el caso en este estudio. Existen importantes diferencias en la forma en que ambas masculinidades construyen su representación social y cultural de las relaciones de pareja. En el grupo de hombres no agresores se pudo observar un discurso o una narrativa más liberal o moderna en cuanto a los roles de género, expectativas sobre la pareja, función y construcción de una pareja. Estas se conciben en términos de una relación igualitaria, en donde se comparten roles complementariamente, existe la idea de un proceso de coconstrucción basado en la comunicación y la relación de amor. Al mismo tiempo, se aprecia ma-yor  tolerancia  a  los  cambios  sociales  globales como, por ejemplo, las diversidades sexuales y el cambio en la participación de la mujer en el trabajo. 

En el grupo de hombres con antecedentes de violencia, la representación social de pareja estuvo vinculada a discursos tradicionales, en los que priman la presencia de roles masculinos y femeninos muy definidos, en donde el hombre es básicamente proveedor y protector; de ahí la idea de que la mujer complementa al hombre. Asociado a este tema de pareja tradicional se encuentra el rechazo a la diversidad sexual y poca apertura al tema de la liberación de derechos de la mujer y la necesidad de su protección legal.  Es  importante  comprender  este  fenómeno como parte de un proceso histórico de transición y cambio de las relaciones de género, las identidades sexuales y la emergencia de diversos modelos de construcción de familia, en que se despliegan tam-bién nuevas formas de poder (Bonilla, Cabrera, Cornelio, & Moreno, 2018). 

La hegemonía de la masculinidad dominante en el grupo de hombres en una relación de violencia, se expresa, por ejemplo, en la normalización del acoso hacia la mujer, el rechazo a la diversidad sexual y a la desrespon-sabilización de su rol en los conflictos de pareja y endosándole a la mujer la causa de los conflictos. Tanto el acoso como el rechazo a las diversidades sexuales, son formas de dominio aún arraigado de manera estructural en nuestra sociedad. Tomando las ideas de Bourdieu (1998), podemos plantear que estas tendencias que llevan a reivindicar y a ejercer la dominación sobre otros, no están inscritas en la naturaleza, sino que se han ido construyendo por un prolongado proceso de socialización. Es decir, son construcciones sociales transmitidas por instituciones como la familia, Estado, iglesia o sociedad, entre otras. 

En ese mismo sentido, tanto la  condición  masculina  como  la  femenina  son construcciones histórico-culturales que van lentamente transitando hacia una configuración social diversa y distinta a la que conociéramos en el pa-sado; situación que aquellos hombres que ejercen violencia contra la mujer y están en una situación de poder, aún no logran visibilizar (Arias, Navarro, & Ortega, 2019). Lo anterior es debido a que el patrón cultural de esta masculinidad define que el hombre tiene el mando y la mujer debe acompañarlo en este proceso; si aquello no ocurre, es ella quien no cumple o no se adecúa a la masculinidad en la pareja.  

Por otra parte, la masculinidad de aquellos que no se encuentran en relaciones violentas, funda la pareja en una relación de amor, lo cual sería el sustento esencial de la relación, la que se basa en la igualdad, cooperación, participación y respeto. Estas características corresponden a lo que Pocock, Jackson y Bradbury-Jones (2019) han denominado pareja moderna. Este grupo rechaza la idea de un amor romántico estereotipado y tematiza la intimidad, señalando que la pareja se adapta a la contingencia, no recurriendo a cánones estandarizados a través  de  la tradición  cuando  se  trata  de  hacer frente a la rutina de la vida en pareja (Izcovich, 2021; Luhmann, 1985).  

Estas ideas también nos llevan a reflexionar en las diferencias respecto de las representaciones de pareja en una sociedad posmoderna en la que co-existen diversos modelos; para algunos es un proceso  en  el  que  hay  que  invertir  esfuerzo  para mantener  el  equilibrio  basado  en  el  amor, para otros es algo establecido como algo dado (Pescador, 2021). Los resultados del estudio pueden contribuir a generar estrategias de prevención de la violencia desde edades tempranas tanto en las aulas, los medios de comunicación, como en la intimidad de las familias. Si reconocemos que la violencia en la pa-reja  se  relaciona  con  ideas  tradicionales  del vínculo amoroso, la familia y de roles de género estereotipados, se podría tempranamente avanzar hacia una relación no fundada en el poder o subyu-gación (Stéfano, 2021). 

Para tener una sociedad más humana y menos violenta, hay que generar los espacios que permitan el respeto por el otro y la libre expresión del self, aceptando la diversidad en todas sus formas. La sociedad actual, nuestra propia sociedad, está en un proceso de transformación y de nuevas definiciones, las cuales a su vez deben ser  apoyadas  con  pilares  legales  que,  efectiva-mente, resuenen en las prácticas de las personas y puedan anclarse en la sociedad de manera pro-funda (Mora & Berlagoscky, 2020).  Hoy hablamos de violencia, masculinidad y relaciones de pareja; investigaciones futuras en este campo de conocimiento deberían dar cuenta de los procesos de transición y cambio en las diversas masculinidades, no solo en aspectos de la violencia sino en el sinfín de acciones que esta significa (UribeRoncallo, 2020). En este contexto, los estudios de casos clínicos podrían dar cuenta y generar evidencias para transformar y generar conciencia sobre cómo es posible vivir en forma armoniosa con los otros.

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