La comprensión de la realidad y los mecanismos del conocimiento han sido cruciales en la evolución de las terapias psicológicas. El Instituto de Terapia Familiar de Santiago (ITF) ha desarrollado un modelo único, el Sistémico en Realidades Consensuales, que integra conceptos de la Cibernética de Segundo Orden y la Teoría Biológica del Conocimiento de Humberto Maturana. Este enfoque desafía la noción de una realidad objetiva y propone que el sufrimiento humano se origina y mantiene en redes de conversaciones que fijan posiciones rígidas y perpetúan emociones, y que por tanto, su resolución implica un cambio en estas conversaciones.
Del paradigma sistémico a la cibernética de segundo orden
A partir de la década de 1950, la Teoría General de Sistemas transformó la comprensión de los fenómenos psicológicos, dando origen al Paradigma Sistémico. Este paradigma sostiene que para comprender cualquier fenómeno, es esencial considerar su contexto y las interacciones recíprocas que lo codeterminan. Casi simultáneamente, la Cibernética, definida por Norbert Wiener como la ciencia de la regulación y el control en máquinas y seres vivos, se incorporó a las ciencias sociales, destacando la idea de circularidad: cualquier conducta es simultáneamente causa y efecto de otras conductas en un contexto dado. Esto significó un cambio radical en el lenguaje terapéutico, pasando de preguntas como «¿por qué?» a «¿para qué?» en la comprensión de un síntoma.
Inicialmente, la cibernética concebía al terapeuta como un observador externo de un sistema con existencia independiente (cibernética de primer orden). Ambos paradigmas compartían una epistemología que postulaba una realidad objetiva y ontológica, ajena al observador. Sin embargo, la evolución hacia la Cibernética de Segundo Orden introdujo la complejidad de los procesos de retroalimentación y el cierre organizacional, donde un sistema autónomo se autorregula sin «input» ni «output» externo. Si la organización del sistema se altera, deja de existir como tal, manteniendo así su autonomía e identidad.
La Biología del Observador y la Realidad Consensual
Un punto de inflexión en este modelo es la incorporación del concepto de observador por Heinz von Foerster, físico clave en el desarrollo de la Cibernética de Segundo Orden. La autorreferencialidad postula que toda descripción se realiza desde la propia perspectiva del observador, cuestionando inevitablemente la objetividad de la realidad. Desde esta perspectiva de «sistemas observantes», la objetividad se vuelve inalcanzable, ya que lo observado forma parte intrínseca del observador. La realidad, entonces, se define como un marco de referencia válido para al menos dos observadores.
Este planteamiento epistemológico fue crucial para el ITF. Ante la dificultad de terapeutas que enfrentaban a pacientes con visiones divergentes e incompatibles de la realidad, se hizo evidente la necesidad de abandonar el entendimiento tradicional del conocer (cibernética sistémica de primer orden). La Teoría Biológica del Conocimiento de Humberto Maturana permitió al ITF trascender la noción de una realidad objetiva en sí misma, e ingresar al dominio de la objetividad entre paréntesis, donde es el observador quien genera realidades a través de las operaciones de distinción en el lenguaje. Esto resolvió el problema clínico de legitimar distintas realidades como configuraciones diferentes de distinciones.
Desde la biología, Maturana concibe a los seres humanos como seres vivos que «acontecen en el lenguaje», constituyéndose en la clase particular de ser viviente que es a través de él. La operación fundamental de un observador es la distinción, delimitando una unidad y su medio. Los seres vivos son sistemas autoorganizados , estructuralmente determinados , lo que implica que todo lo que ocurre en ellos está condicionado por su estructura. Son cerrados a la información y no susceptibles a instrucciones externas, ya que un agente externo no puede especificar cambios estructurales en ellos. Las interacciones externas solo desencadenan cambios sin especificar sus características. La organización de un sistema, es decir, las relaciones invariantes que lo definen, debe permanecer para que el sistema conserve su identidad como tal.
El lenguaje, según Maturana, tiene su origen en la coordinación de acciones que genera una historia de conservación de un modo de vida. Para constituirse en lenguaje, estas coordinaciones deben ser consensuales, lo que lo diferencia de cualquier explicación a partir de disposiciones instintivas. El lenguaje se define como la coordinación de coordinaciones conductuales consensuales. Este se entrelaza íntimamente con las emociones, que son disposiciones corporales que especifican el dominio de acciones en que se encuentra un animal. El entrelazamiento de lenguaje y emoción configura las conversaciones , donde todo quehacer humano se da.
El Operar Terapéutico en Realidades Consensuales
El Modelo Sistémico en Realidades Consensuales define la terapia como un espacio de conversación entre terapeuta y sistema consultante en función del dolor o sufrimiento que los lleva a consultar. El sufrimiento es entendido como una conducta definida por el sistema como «anormal» o una falla, que forma parte de una red de conversaciones repetitivas que fijan posiciones rígidas. El objetivo terapéutico es la desaparición del sufrimiento, lo que necesariamente implica un cambio en las redes de conversaciones del sistema consultante en torno al problema. Esto a su vez implica un cambio de posiciones, un cambio de contexto y, finalmente, un cambio en la organización del sistema.
La co-construcción es el modo de operar en terapia. A partir de la aceptación de la objetividad entre paréntesis y de la idea de que la explicación de la realidad es la realidad para quien se la explica de esa manera, la co-construcción es el único mecanismo interaccional que genera y permite operar con la realidad para más de un observador. Para que la interacción sea terapéutica, es fundamental conocer la epistemología básica del paciente (su concepción del mundo, su lenguaje y sus explicaciones respecto a la terapia, el terapeuta y todo lo que rodea este proceso). Esto busca que la co-construcción pueda intentarse como un proceso de coordinación integral a través de la conversación, en la que se pueda dar la consensualidad en la danza dialéctica del emocionar y el lenguajear juntos.
El objetivo terapéutico es lograr un cambio suficiente para aliviar el sufrimiento, respetando al mismo tiempo aquellos aspectos que el paciente desea conservar. La mecánica terapéutica busca:
- La destrucción de la organización de la cual el sufrimiento es parte, ya que un síntoma puede desaparecer, pero si la misma organización se mantiene, surgirá otro que cumpla la misma función.
- La facilitación de un cambio en las reglas que definen el sistema, entendiendo por reglas aquellas abstracciones que un observador puede hacer a partir de la observación de los procesos conductuales que definen posiciones, distribución de poder, mitología y rituales.
- La emergencia de una conversación diferente, lo que implica que se produzca un cambio en la emoción, entendiendo por emoción una disposición a la acción que a su vez define acciones posibles.
El terapeuta, en este modelo, debe conservar a lo largo de las sesiones:
- Una visión de totalidad, que implica tener constantemente en su mente la unidad de análisis.
- Una visión de circularidad, que implica la observación del proceso de mantención del síntoma mediante circuitos conductuales que se retroalimentan y codeterminan conversaciones auto confirmatorias del problema y emoción autoperpetuante del sistema.
- Una permanente e inagotable actitud de curiosidad, que se expresa en el arte de generar preguntas que permitan la emergencia de nuevas conversaciones, lo que implica un entendimiento diferente y, a su vez, emociones diferentes que conllevan otra clase de acciones dentro de ese sistema único con el cual se está interactuando.
El arte terapéutico consistirá en permitir que emerjan nuevos espacios de conversaciones mediante ir trayendo a la mano diferentes realidades a partir de distintas operaciones de distinción. Estas realidades posibles dependerán de la habilidad de ir co-creando alternativas que vayan definiendo nuevos contextos y así diferentes dominios de realidad. Es a través de este devenir en la co-creación de nuevos contextos que generan nuevas realidades que se logra un cambio en la emoción, surgiendo nuevas disposiciones de acción, lo que implica un cambio del tipo de conversación coherente a un nuevo dominio y un cambio en las reglas operantes del sistema, configurándose así una nueva organización.
Caso Clínico: Una Familia Atrapada en el Sufrimiento
El modelo se ilustra con el caso de una familia que consulta inicialmente por el bajo rendimiento de Juan, el hijo. Sin embargo, la verdadera fuente de dolor tiene que ver con la humillación y marginación de toda la familia debido a la destitución del padre de su trabajo. Ellos sienten que la vida en este momento no tiene sentido.
La familia se explica esta situación como consecuencia de la total ausencia de valores en la sociedad, considerando al mismo tiempo la maldad como el motor del mundo externo, lo que los deja sin espacio de existencia con su conjunto de valores en relación con la moralidad, justicia, responsabilidad y honestidad. Sus conversaciones giran en torno a sentirse víctimas de este mundo injusto e inmoral, sin sentido del esfuerzo, apoyándose en la emoción de desesperanza e impotencia, lo que abre como única alternativa el suicidio familiar. La organización familiar rígida, donde el padre sostenía económicamente a la familia y la madre se ocupaba de la casa y los hijos, impidió su adaptación a los nuevos requerimientos de la vida.
El sistema terapéutico se conforma a medida que la familia se siente escuchada, sostenida y validada tanto en su sufrimiento como en sus valores. Los objetivos terapéuticos se centran en:
- Abrir espacios de conversación que surjan del rescate de la potencia inherente a los valores de esta familia.
- Disminuir el poder psicológico atribuido al sistema mayor (Sistema Laboral), posibilitando así la emergencia de la pertenencia a otros sistemas.
- Validar la proyección futura de los miembros en interacción con otros sistemas sociales.
A lo largo de las sesiones, las redes de conversación y la emoción cambian significativamente. El bajo rendimiento de Juan, inicialmente atribuido a la crisis del padre, se reinterpreta como la desmotivación y dejadez por la falta de supervisión materna, y el padre asume un rol activo en el estudio de los hijos, lo que a su vez se vive como una reinserción en la familia y lo disfruta. La familia flexibiliza sus posiciones rígidas, viéndose ahora como un núcleo familiar unido y consistente en la acción, compartiendo distintas actividades cotidianas y disfrutándolas. Las «depresiones» de la madre se resignifican como «pataletas», momentos breves de desahogo que no son trascendentes y que son experimentados por todos, desapareciendo la idea de que la madre está deprimida. Incluso el perfeccionismo familiar se aborda con humor, permitiéndoles «vacaciones de perfección» y disfrutando de estar juntos.
Al finalizar la terapia, la familia ya no explica sus problemas como derivaciones de la destitución del padre, sino que los afronta desde una perspectiva actual, abriendo nuevos dominios de realidad con alternativas y soluciones. La capacidad de disfrutar, de reír y la convicción de que pueden afrontar la vida con todo lo que venga ha emergido con gran fuerza.
Este modelo del ITF ofrece una perspectiva profunda sobre cómo la realidad, construida a través del lenguaje y la emoción en las conversaciones, es central en el proceso terapéutico. Al cambiar las conversaciones, se transforma la emoción y, por ende, la realidad experiencial de los individuos y los sistemas.
Referencias
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