La historia de la terapia familiar ha recorrido un camino interesante desde sus inicios, cuando esta disciplina era considerada una intervención alternativa en contextos donde la terapia individual no tenía cabida. Con el paso del tiempo, su inserción en diferentes ámbitos ha permitido un desarrollo más amplio y una mejor comprensión de su impacto en la salud mental.
La evolución de la terapia familiar
En sus primeras etapas, la historia de la terapia familiar solía enfocarse en sus protagonistas: aquellos terapeutas que marcaron un hito en su desarrollo. Sin embargo, con el tiempo, la atención se ha desplazado hacia la evolución de las escuelas y enfoques teóricos que han dado forma a la disciplina.
Bertrando y Toffanetti, en su obra sobre la historia de la terapia familiar, destacan cómo este proceso ha pasado de ser una mera recopilación de biografías de figuras carismáticas (lo que se conoce como hagiografía) a un análisis más estructurado sobre la evolución de la profesión. En la actualidad, existen pocos textos dedicados exclusivamente a esta historia, ya que la mayoría de los estudios son introducciones en manuales o capítulos dentro de libros más amplios sobre terapia y salud mental.
La interacción en terapia familiar
A diferencia de la terapia individual, donde el encuentro entre paciente y terapeuta suele llevar al primero a autorrelatarse en un ambiente introspectivo, la terapia familiar introduce una dinámica grupal. En este contexto, los terapeutas actúan de manera más activa e intervencionista, enfocándose en el presente y la interacción en el «aquí y ahora».
Este enfoque hace que la terapia familiar sea un campo complejo y multidimensional, donde convergen múltiples perspectivas y modelos de intervención. La idea central, como señalan Bertrando y Toffanetti, es entender cómo han surgido y evolucionado las distintas formas de terapia familiar, cómo se insertan en su contexto cultural y qué necesidades buscan atender.