¿Puede el conocimiento científico de la Psicología ayudar a la Economía?

Redacción de Infocop

Sin duda, la respuesta es afirmativa. De hecho, esta línea de trabajo no resulta en absoluto nueva, puesto que desde hace décadas existe un área de conocimiento psicológico denominada Psicología Económica y del Consumo, así como lo que se conoce como Economía Conductual, que nació como una rama dentro de las ciencias económicas. Ambas se constituyen como dos caras de una misma moneda, puesto que su objetivo es integrar los conocimientos empíricos de la Psicología y la Economía para explicar, predecir, modificar y optimizar el comportamiento del consumidor o la economía en general.

La Economía Conductual, según los defensores de esta rama de las ciencias económicas, surge como una alternativa más realista a la perspectiva más tradicional de la Economía, la denominada Economía Neoclásica, que considera que el ciudadano y cualquier agente económico en general es un ser racional y, por tanto, el proceso de toma de decisiones económicas será óptimo (maximización de beneficios con el mínimo esfuerzo), siempre y cuando se disponga de la información necesaria a nivel objetivo –es lo que se denomina homo economicus-.

Los economistas conductuales o los psicólogos económicos y del consumo argumentan que, a tenor de los resultados encontrados en múltiples estudios científicos, como los realizados por Simon o Tversky y Kahneman, el modelo neoclásico de la economía fundamentado en la metáfora del homo economicus presenta claras limitaciones en cuanto a la realización de predicciones válidas y fiables del comportamiento económico y del consumidor. ¿Por qué se gasta tanto dinero en la lotería de Navidad cuando la probabilidad de lograr un premio es muy pequeña?, ¿cómo explicar el comportamiento económico solidario?, ¿por qué nos sentimos mejor después de comprar algún artículo que no era necesario y supondrá un grave revés para la economía familiar? Son ejemplos de preguntas que no podrían explicarse con dicha conceptualización más tradicional de la Economía.

Así, la Psicología Económica o Economía Conductual surge como un modelo explicativo alternativo o complementario que trata de ajustarse de una manera más realista a los procesos que guían el comportamiento económico tanto a nivel individual como social, al considerar la importante influencia de las emociones, las motivaciones, las actitudes, expectativas o las tendencias sociales. Es así como se elaboran modelos más complejos, pero también se optimiza el diseño de estrategias eficaces para la modificación de la conducta económica en cualquiera de sus niveles. Este cambio de tendencia se observa en la implementación de principios psicológicos para la modificación del comportamiento económico, como el programa “Save more tomorrow” desarrollado por Richard Thaler en 2004 para fomentar el ahorro, que logró que los trabajadores de una empresa en EE.UU. incrementaran su tasa de ahorro de un 3,5% a un 13,6% de sus ingresos mensuales.

Igualmente, la aplicación de estrategias psicológicas para lograr cambios en el comportamiento de los ciudadanos -como son la aplicación de técnicas de motivación al cambio, los principios básicos del aprendizaje instrumental y los del aprendizaje de Bandura- subyace a muchos planes sociopolíticos, como por ejemplo, algunos de los desarrollados por la Administración de Barack Obama en EE.UU., o, más específicamente en nuestro país, el Plan2000E para cambiar el coche o los electrodomésticos de casa o la propia implantación del carné de conducir por puntos y las modificaciones en el estilo de conducir. A la luz de estas informaciones, la colaboración interdisciplinar entre Psicología y Economía se revela como algo necesario para superar la situación que hoy en día atravesamos. Prueba de ello fue la concesión a dos psicólogos del Premio Nobel de Economía. A Herbert Simon, en 1978, y a Daniel Kahneman, en 2002, en ambos casos “por haber integrado los componentes de la investigación psicológica en la ciencia económica…”. 

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