En el contexto de la violencia, tanto la Cámara Gesell como la terapia psicológica son herramientas clave que el sistema judicial y los profesionales de la salud mental utilizan para proteger a las víctimas y reducir el impacto psicológico del proceso judicial y los traumas vividos. Ambos instrumentos están diseñados para salvaguardar la salud mental de las víctimas al proporcionar un espacio seguro y controlado donde pueden expresar sus experiencias sin la presión directa de los actores judiciales y sin riesgo de revictimización.
La Cámara Gesell es un espacio creado especialmente para facilitar la declaración de las víctimas, particularmente de menores de edad, en un ambiente que reduzca el riesgo de revivir la violencia sufrida. Este método consiste en una sala dividida por un espejo unidireccional, donde la víctima se encuentra en un lado junto a un psicólogo forense, mientras que el fiscal, juez y defensores observan desde el otro lado. Esta disposición minimiza la ansiedad de la víctima al testificar sin sentir la presencia de los observadores y reduce la posibilidad de que el proceso sea una experiencia traumática adicional. En casos de violencia y abuso, esta protección es fundamental, pues la víctima no solo aporta su testimonio sino que también se protege su estabilidad emocional al evitar la confrontación directa con los involucrados en el proceso.
El uso de la Cámara Gesell se realiza en una sola sesión para reducir el impacto emocional, protegiendo así la salud mental de la víctima. Este enfoque minimiza la exposición a recuerdos dolorosos y evita la reiteración del relato traumático, lo cual es esencial para la estabilidad emocional de la víctima. Para los menores, el psicólogo forense debe primero verificar que el niño o adolescente posee la capacidad de testificar y que entiende el proceso de manera adecuada. Además, este profesional facilita el desarrollo de una relación de confianza con la víctima, asegurando que pueda expresarse sin temor. Al garantizar un proceso seguro y respetuoso, la Cámara Gesell permite obtener testimonios sólidos y fiables sin comprometer la salud mental de quienes han sido afectados por situaciones de violencia o abuso.
En cuanto a la terapia psicológica, es fundamental para ayudar a las víctimas a procesar sus experiencias y trabajar en la recuperación de su bienestar mental. Este tipo de intervención es crucial tanto para el tratamiento del trauma inmediato como para la prevención de efectos a largo plazo, tales como el estrés postraumático y la depresión. Sin embargo, en muchos casos de violencia doméstica o abuso, la terapia se impone por mandato judicial, lo que añade complejidad al proceso. Esta intervención forzada puede dificultar la relación terapéutica, pues las víctimas pueden experimentar resistencia o falta de motivación. A pesar de esta complejidad, la terapia psicológica ofrece un espacio estructurado donde las víctimas pueden trabajar con profesionales para identificar patrones de pensamiento y comportamiento perjudiciales, reconstruyendo así su percepción de la violencia y facilitando su empoderamiento.
La terapia en estos casos suele ir más allá del alivio de los síntomas inmediatos; tiene un papel fundamental en la transformación personal de la víctima, al ayudarla a reconocer el ciclo de violencia y a establecer nuevas pautas de autovaloración y seguridad. Sin embargo, para que esta intervención sea verdaderamente efectiva, es esencial considerar la edad, el contexto social y los vínculos familiares de la víctima. Estos factores influyen en la manera en que la víctima asimila el tratamiento y en su disposición para romper con patrones de comportamiento arraigados. Cuando estos aspectos son adecuadamente atendidos, la terapia psicológica tiene el potencial de facilitar una recuperación integral, promoviendo no solo la sanación del trauma, sino también la adquisición de habilidades para la autonomía y la construcción de relaciones sanas.
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