El conflicto y la violencia en el ámbito familiar son fenómenos que, a lo largo de la historia, han afectado profundamente la vida de millones de personas. Aunque el conflicto es una parte inherente de la interacción humana y social, su manifestación violenta dentro de las familias plantea serias preocupaciones.
En el contexto familiar, los conflictos pueden surgir debido a la convivencia prolongada, las diferencias generacionales, la intimidad forzada y la distribución desigual de poder y responsabilidades. Estos conflictos, sin embargo, no siempre se resuelven de manera pacífica. Cuando los mecanismos de resolución de conflictos fallan, pueden degenerar en violencia.
Es importante hacer una distinción entre conflicto y violencia. Mientras que el conflicto es una parte normal de la vida social, la violencia es una respuesta destructiva que emerge cuando los individuos o grupos no encuentran maneras saludables de gestionar sus diferencias. En el contexto familiar, esta violencia puede adoptar múltiples formas: física, emocional, sexual o económica.
Modelos explicativos del conflicto y la violencia familiar
A lo largo de los años, se han desarrollado varios modelos para intentar explicar la dinámica de la violencia dentro de la familia. Estos modelos han evolucionado desde enfoques simples que atribuyen la violencia a factores individuales, hasta teorías más complejas que reconocen la interacción de múltiples factores.
1. Modelos psicopatológicos
Los primeros intentos de explicar la violencia familiar se basaron en el enfoque psicopatológico. Según este modelo, la violencia es el resultado de trastornos mentales o desequilibrios emocionales, tanto en el agresor como en la víctima. Se asume que los individuos que ejercen violencia en el hogar lo hacen debido a una patología subyacente, como el alcoholismo, la depresión, o trastornos de la personalidad.
Este enfoque ha sido criticado por ser demasiado simplista y por desviar la atención de las causas sociales y estructurales de la violencia. Si bien algunos agresores pueden tener problemas de salud mental, la violencia familiar no es exclusiva de personas con trastornos psicológicos. La mayoría de los estudios concluyen que la psicopatología no es el factor determinante en la violencia familiar, sino que más bien está relacionada con un conjunto más amplio de influencias.
2. Modelos interaccionales
En respuesta a las limitaciones del modelo psicopatológico, surgieron los modelos interaccionales, que se enfocan en las dinámicas de poder y comunicación dentro de la familia. Según este enfoque, la violencia es el resultado de patrones distorsionados de interacción entre los miembros de la familia. Cuando los individuos no son capaces de resolver sus diferencias de manera saludable, pueden recurrir a la violencia como una forma de controlar o someter al otro.
Este enfoque también introduce la idea de que la violencia se aprende dentro de la familia. Los niños que crecen en hogares violentos, por ejemplo, pueden internalizar la creencia de que la violencia es una forma aceptable de resolver conflictos, lo que aumenta la probabilidad de que ellos mismos se conviertan en agresores o víctimas en el futuro.
3. Modelos socioculturales
El modelo sociocultural enfatiza el papel de las estructuras sociales y los valores culturales en la perpetuación de la violencia familiar. En muchas sociedades, las normas patriarcales otorgan a los hombres un poder desproporcionado sobre las mujeres y los niños, lo que legitima y normaliza la violencia como una herramienta de control.
Este enfoque también destaca cómo la desigualdad de género contribuye a la violencia en la pareja. Los estudios han demostrado que los hombres criados en culturas patriarcales, donde los roles de género son rígidos y desiguales, son más propensos a ejercer violencia contra sus parejas.
4. Modelos multicausales
Los enfoques más recientes y comprensivos de la violencia familiar son los modelos multicausales, que reconocen que la violencia es el resultado de una interacción compleja de factores individuales, familiares, comunitarios y culturales. Este enfoque sugiere que no existe un «perfil típico» de víctimas o agresores, sino que múltiples factores de riesgo interactúan para aumentar la probabilidad de violencia.
Entre los factores individuales, se destaca la historia personal del agresor o la víctima, como haber sido testigos o víctimas de violencia en la infancia. A nivel familiar, la estructura rígida y jerárquica de la familia, la falta de redes sociales de apoyo y los problemas económicos son factores importantes. A nivel comunitario, la pobreza y la exclusión social son factores de riesgo significativos. Finalmente, a nivel cultural, los valores patriarcales y la falta de equidad de género juegan un papel clave en la perpetuación de la violencia.
El modelo ecológico, basado en la teoría de Bronfenbrenner, es uno de los enfoques más utilizados dentro de los modelos multicausales. Este modelo postula que la violencia debe entenderse dentro de un sistema de influencias que interactúan a nivel del individuo, la familia, la comunidad y la cultura.
Manifestaciones de la violencia familiar
La violencia familiar puede manifestarse de diversas formas. Entre las más comunes se encuentran:
- Violencia física incluye golpes, empujones, patadas y otros actos que causan daño físico a la víctima.
- Violencia emocional se refiere a insultos, humillaciones, amenazas y otras formas de abuso psicológico que dañan la autoestima y la estabilidad emocional de la víctima.
- Violencia sexual incluye cualquier forma de coerción o abuso sexual dentro de la familia, como la violación conyugal o el abuso infantil.
- Negligencia ocurre cuando se priva a los miembros de la familia, especialmente a los niños y ancianos, de los cuidados básicos necesarios para su bienestar.
Castelli, S. A., Brau, C. A., Serra, J. C., Heiremans, S. L., Lira, E., & Dättwyler, M. M. Ámbitos psicosociales del conflicto de interés contemporáneo.
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