La comunicación no verbal. El cuerpo y el entorno

 

/Knapp Mark L. La comunicación no verbal. El cuerpo y el entorno

DESCARGAR

Todos somos observadores. El proceso de observación puede ser más crítico para ciertas actividades profesionales y de ocio que para el desarrollo de otras, pero todos nos vemos involucrados en dicho proceso: el abogado y el juez, el representante comercial y el cliente, el médico y el paciente, el maestro y el estudiante, el lector y los espectadores, el jefe de personal y el solicitante de empleo, el sacerdote y sus feligreses. También observamos las situaciones cotidianas de padres, hijos, amantes, amigos y personalidades de la televisión. No obstante algunos están mejor capacitados para observar la conducta humana que otros. No están claras las razones de estas diferencias, pero podemos ofrecer algunas ideas sobre la base de la experiencia personal. El observador eficaz ha de ser capaz de mantener un sutil equilibrio entre el papel erudito de un perito en su campo y una cierta ingenuidad e ignorancia. 
Cuando uno se siente muy seguro en la propia comprensión de lo que ocurre a su alrededor, debería de hacerse un esfuerzo y adoptar una actitud ignorante propia de un niño; por el contrario, cuando el sujeto llega a sentirse como inmerso en el caos y el desorden en el campo de observación, entonces debería dejar paso al experto. Asi como los buenos oradores tienen la importante motivación de dar a entender claramente las ideas que exponen a su auditorio, de la misma forma un observador eficaz tiene gran interés en comprender la conducta del observado y a ello dirige su esfuerzo. Para lo cual el observador debe de adoptar una actitud de cierto distanciamiento respecto de aquellos a quienes observa.
Es probable que los observadores eficaces hayan pasado por una muy variada gama de experiencias educativas y personales. Esta base experiencial ayuda al observador a procesar estimulos complejos y fugaces y a situar más tarde las observaciones en la perspectiva adecuada. Dicho de otra manera, el observador ha de tener la habilidad suficiente como para descubrir el hilo unificador y los conceptos generales que conectan las múltiples observaciones aisladas. Para conseguirlo se precisa de una cierta dosis de paciencia y perseverancia. Por último, si se qúiere ser un buen observador de los demás, parece razonable que se posea también una cierta capacidad de conocimiento propio, advirtiendo y aceptando tanto las cualidades positivas como las negativas de uno mismo.

Recibe novedades

*

Loading

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos y amp; Publicaciones